INTRODUCCIÓN:
A pesar de que la Sinestesia es una
enfermedad que no consta en la historia de la medicina hasta últimos del siglo
XIX, la relación entre imagen y sonido se remonta en la leyenda a los tiempos
de Cadmo y Armonía, momento en que el guerrero escribió con un palo unos signos
sobre el suelo, les dió valor fonético y educó a su pueblo.
También dice la Biblia algo así que en
el principio fue el Verbo, de forma que es inevitable pensar que la oralidad
antecede a la escritura, tal y como plantea la línea del tiempo por la que la
Prehistoria antecede a la Historia, pues es precisamente el criterio
de dividir el antes y el después la aparición datada de los primeros documentos
escritos. De la oralidad es verdad que escuchamos a la gente, más que verla, pero quien está algo sordo se ayuda de leer en los labios a los demás, de forma que la pronunciación de las palabras o de los fonemas es un minisoporte visual que existe desde el mismo momento en que la boca emite sonidos.
Quizás cuando se consideró escribir la
Historia que estudiamos hoy la cultura ya era demasiado dependiente del sello
de la burocracia y de la imprenta, papirofílica o pergaminocentrista, como se quiera
decir..., pues hay cosas de la Prehistoria que quedaron grabadas con signos o
señales que sin ser lo que llamamos hoy escritura son imágenes con sentido.
Algunas son iconos, otras se refieren a palabras, y no sabemos si a sílabas o a
fonemas cuando se exploran idiomas demasiado arcaicos. Signos hay desde
Altamira, el problema es que no son signos que siempre responden al esquema de
Ferdinand de Sausurre, signo = significante + significado. Luego, la
historia de la Humanidad no ha dependido del análisis lingüístico ni de una
visión retrospectiva para avanzar y producir grafos susceptibles de
sentido. No todo análisis es a posteriori, pero los análisis tampoco
inventan nada, más que descubren cómo funcionan las cosas
o cómo se relacionan los elementos, pues para que funcionen las cosas
hay una táctica para usarlas, y en el momento de dotar de sentido (significado)
a un grafo, señal, icono o palos cruzados en el suelo, estamos sintetizando
comunicación.
Por supuesto no es Cadmo, guerrero
fenicio o griego, el único inventor de la escritura, ni un mito tan lejano si
consideramos que la cultura mesopotámica ya escribía sus leyes, tributos,
tablillas de propiedad privada..., conocimientos astronómicos, etcétera
en arcilla, arcilla que después cocida era muy longeva, demostrado
porque 5000 años después aún se conservan, cosa con la que los
papeles o los CD Rom de plástico, que tanto tardan en degradarse han de
competir. Quizás mañana, de nuestras huellas solo quedará el barro originario y
un montón de desechos en el fondo del mar, ¡quien sabe!
De todo esto no me quiero centrar en la
semiótica ni la semiología, no profundamente...,no ahora, sino en la capacidad
humana de hacer relaciones entre elementos dispares que se aprehenden por
distinto sentido, o que como estímulos implican un sentido añadido que invoca a
una acción o transmite u significado.
Esta es la razón asociativa por la que
la palabra Do puede ser una vibración de 256Hz, y por la que al ver escrita una
figura negra en una determinada posición de un pentagrama, clave añadido... nos
invite a cantar algo más que el sonido de su nombre ["do"], sino un
pitido existencialista que marca la nota primera del modo mayor, llámese C para
los anglosajones, o realmente Ut para los seguidores de Guido y su sistema de
solfeo.
Porque, realmente cuando cantamos
la frecuencia de Do natural, los 256 Hz (apx), se deshace el hechizo de
la torre de Babel, y es una misma cosa Ut, Do o C; funcionando estos
signos, " de distinto idioma" como sinónimos mayúsculos de una intención soberbia:
retratar
a partir de la imagen con soportes codificados... al efímero
sonido.
2.Alteraciones de
la percepción
Una de las cosas que voy a decir más de una vez es que una
partitura es además de un tipo de escritura musical un dibujo de la música.
Sabiendo leer música, sabes recordar sonidos, representas,
reconfiguras,… y como al malo de la película Amadeus, el gran Salieri, te
vienen las melodías. Yo he perdido un poco de contacto con el dictado musical y
con la lectura, pero es obvio que teniendo dotes y estando entrenado se
despierta este fenómeno. Quién tenga desarrollado y activado el sensor de leer
música y ser capacidad de imaginarla es un portento, ¡enhorabuena pues…!, pero
que sepas que esto no es sinestesia, aunque quizás sea algo mejor: ya has
aprendido suficiente música como para poder leerla y escribirla sin verificar
en el teclado que lo estás haciendo bien.
El bueno de Scriabin sentía los sonidos como
colores, eso decía y tenemos que creerle. Allá por 1910 representó en París ‘Prometeo, el pájaro de fuego’.
Es una pieza que no es fácil de entender pues se explaya dentro de un lenguaje
musical que no es el clásico, introduciendo un acorde que se abre y se cierra
en distintas densidades y que él mismo llamaba acorde místico. Ya añadiré
pentagramas o enlaces, de momento decirles solo que era algo así como una
escala-acorde, mucho antes de que surgiera el concepto de escala-acorde para
que quienes improvisan no se vayan de tono sin salirse del tono de la escala.
Perdón por la ironía.
A
lo que la música había llegado por 1910 es a una tonalidad saturada, repetitiva
y que iba a estallar con Schönberg y sus invenciones, pues los músicos empezaba
a estar hartos de hacer recetas de armonía y contrapunto y a la vez estaban
exigidos de ser originales o algo más que artesanos creativos desde que la
historia del Arte pasó por el Romanticismo. Con todo y con esto, en nada se parecen
Schonberg y Scriabin a la hora de hacer música, pero tienen algo en común: los
dos hicieron guiños de la música hacia el color, cada cual a su manera. Iré por
partes, primero Scriabin.
El
ruso era algo extraño, al parecer un poco ocultista al resto de camaradas y
amigo de los acordes de cuartas. También le gustaba escribir piezas con
armaduras extrañas y un fogoso experimentador de la disonancia no como un apero
de contraste, sino como algo simbólico, pues la música y las artes de esa época
en algunas partes de Europa pasaron por el simbolismo, y la música de Scriabin
no representa sonidos, sino historias, como las de tanta gente que hacen programa,
o intentan contar cosas a partir de la música, de la sensación, sugestión,
emoción,… que la música despierta en el oyente.
Es
muy difícil que la música con dos o tres notas pueda significar “En un país de
la mancha…” y que sea explícita, no sin un código. Que Vivaldi describa la
Primavera con escalas, bellas armonías, contrastes rítmicos y motivos cantables
no significa que salgamos al campo y oigamos a Vivaldi en un riachuelo. La
música son esas nubes que cambian de forma y nos recuerdan cosas, esa
abstracción sugerente que se carga el público para que no sea abstracta y la
convierte en figurativa, si es que no lo era ya de por sí, la música, en la
intención original del compositor. De tal manera es muy difícil con la música,
sin determinados clichés decir “amor” y que el público lo sepa, aunque a la
escucha de muchas músicas bellas podemos despertar sensaciones placenteras que
nos embriaguen, o que la melodía que es bonita se suponga de un significado
parecido al del amor, allí cuando todo suena en armonía y bienestar… ¡Aunque
nos podemos preguntar si es belleza y no amor, o música ordenada en estado
puro! El significado de la música no es siempre, por lo pronto, concreto.
Veamos que de Vivaldi a Scriabin habían pasado ya casi tres siglos de música
instrumental, y sin embargo hay cosas que necesitan programa, pues sin programa
es difícil coincidir con lo que quiere decir el autor. Puede que nosotros
pongamos mucho de nuestra parte para adivinar el signo de un acorde, su estado
de ánimo, o su… horóscopo, pero a lo peor nos pasamos, nos quedamos cortos, o
nos vamos por los cerros de Úbeda. Quién no haya estado en Úbeda debería buscar
por Google-maps donde están los famosos cerros y esos derroteros, y quien sea
de Úbeda olvidar estas bromas (un saludo). El caso es que podemos estar oyendo
música y sacándole parecido a las nubes, hasta que llega el momento en que todos
vemos un barco, y apostaríamos por /barco/ 20€ en el Beetwin, seguro,… ¿pero y
si las nubes nos quieren decir otra cosa?!...
¿o
sí que es barco?, pero barco no es el mensaje, sino la señal…, y hay que
deducir un mensaje con la pista que es el barco. Luego, tal vez nos estemos
pasando atribuyendo sentido a las nubes del cielo, a sus cambios de forma, y
solo sean gases de distinto color visible al azul del cielo. Tal vez no hay más
sentido que el que nosotros ponemos, y todo ha sido un discurso subjetivo que
hemos reflejado en las cambiantes formas del cielo, discurso que se ha caído en
el último momento, casi antes de embarcar.
Me
cuentan que a veces la gente mira cuadros abstractos y ve cosas.
Me
cuentan que a veces miran cuadros del informalismo y no reconocen las figuras,
que piensan que es abstracto.
Me
dicen que la música es pura y también me lo creo, pero es que ha habido un
pasaje que me suena a Tiburón, y he dejado de oír las notas.
Ahora
vamos a ver dos cosas a la vez oyendo música, e intenten concentrarse: La
historia de Prometeo en música, y una correspondencia entre música y color. Lo
vamos a poner fácil para que no pierda el hilo porque va a ser un espectáculo
audiovisual para que lo entiendan a la vez por la vista y el oído, algo que en
cine aún no pasa.
Luego,
unos oyeron música por un lado y vieron colores por el otro, algunos se
enteraron de la historia y otros oyeron una sinfonía más, “original”
musicalmente hablando, con texturas y densidades variables, pero música… ¿de
qué decías que iba la historia?, preguntó un Monsieur a una dama y esta le
respondió:
-En
Sol menor, no estoy segura.
(Que
Santa Lucía te conserve la vista) pensó el del monóculo, añadiendo:
-A
veces sonaba a mixolidio
Y
la señorita, más elegante que discreta dijo:
-Desde
qué ojo estás pensando.
Enlace a
autores citados:
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