SIGNOS MOTIVADOS

COSAS DE LETRAS Y TIPOS DE LETRAS
“Sobre el alfabeto latino y la epigrafía…desde sus orígenes hasta la influencia de ciertos recursos en el diseño actual”
[Este resumen lo haría por 2004, motivado por la asignatura Latín y Cultura clásica de Humanidades (de un plan ya extinguido), se expuso públicamente y se dejó en copistería al alcance de todo el mundo. Recomiendo el libro Historia de la escritura, o Historia de las letras (de bolsillo) en los que se puede profundizar sobre el tema.]
INTRODUCCIÓN
Existe un tópico oficial que recuerda sobretodo el gran valor que tuvo el influjo griego sobre nuestra cultura en lo que se refiere a la herencia de las letras. Evidentemente, desde nuestro punto de vista grecolatino, etnocéntrico a veces, se corta la historia por donde apetece y se corta la geografía y los efectos de la difusión (antropológica) por donde interesa. También es cierto que el objeto de las letras que hoy escribimos y nos refieren a iconos universales como son un “buey”, un “toro” y cierta “puerta” tienen un oficio sonoro aparentemente abstracto asociado a las referencias de estos dibujos que han conservado prácticamente el signo originario, es decir, sobretodo el /fonema/. [Por lo aparente, toda A con el diseño actual no puede parecer una vaca, ni un toro o buey…, de hacerse al revés, tal vez:
 (alef), solo que precisamente hoy día el mecanismo para asociar letra a palabra es el mismo (a-araña, e-elefante…), pero en la traducción al español, y en la forma actual del tipo, ni se conoce la cabeza del toro, ni se sabe que hay motivos para que suene como la /a/ porque se desconoce que a viene de a-lef, o cosas por el estilo]. Por lo cual, no podemos negar que la asociación como recurso serializa desde antaño los signos fonéticos y el alfabeto griego, cuyas letras consonantes venían del fenicio, y otras de estos, de más atrás. Los griegos toman las consonantes fenicias, añaden las vocales y hacen univocidad de los signos, pasándose de un sistema silábico a uno prácticamente de letra=sonido, con la respectiva integración que hoy conocemos de vocales y consonantes en un mismo código de signos. Los cambios que los griegos dieron a los signos fenicios fueron pocos, pero sintomáticos, añadiendo, quitando, adaptando las formas y los trazos y rotando algunos de ellos, pero en el fondo incluso después de 3000 años son reconocibles. [Digamos que la inserción de las vocales a pocas vocales que se incluyan implica hacer signos nuevos, o readaptar ciertas consonantes si al introducir signos vocálicos preexistentes unas cosas (dibujos para las vocales) se parecen a las otras (dibujos para las consonantes]. La práctica totalidad de nuestras letras estaba presente en las posibilidades de los trazos simples, de la geometría y de la síntesis de objetos materiales que difícilmente, en distintos idiomas y dialectos podrían referir una misma realidad abstracta[1] como es el nombre de las cosas.
Por casualidad o no, gran parte de los silabarios fenicios se deben a los silabarios cretenses de más de 72 signos silábicos, que por otra parte, conviven en fechas con algunas dataciones de la epigrafía hacia el alfabeto fenicio originario. Puesto que también había comunicación de las formas iniciales de los pictogramas básicos de muchas entidades sonoras egipcias, se puede decir que la fortaleza del material visual del que está hecha la letra que viaja, iguala o supera la dureza y resistencia de muchas piedras[2].
El éxito del conjunto de signos fenicio tiene su explicación al deberse al objeto del sonido en el reducto de la fonación a palabras y sílabas fundamentalmente sin valorar otras entidades que provocaban un extenso plantel de signos para representar las distintas acciones, las combinaciones silábicas,… sin concretar en muchos casos un significado único.
Las cuentas salen solas pensando 25 fonemas (para redondear). Si hay 5 vocales, hay 20 consonantes, y un silabario de 20x5 = 100 signos, contiene muchas sílabas de las que se pueden articular dentro de un lenguaje, claro que no las más sofisticadas: con trí-gra-fos, com-pues-tas…, por e-jem-plo. Añadir todas las entradas de los dígrafos consonánticos que forman sílabas es una tarea que eleva la necesidad de los signos muy arriba según sean las combinaciones aptas de un lenguaje. Luego, añádanse diptongos a los que corresponder con distintos diseños nuevos de signos, el mecanismo del silabario pasa de ser fácil de aprender a tormentoso.
Cuando Grecia adopta el alfabeto fenicio lo que hace es que adopta esta síntesis consonántica del sonido, su significado fonético, haciéndose una reducción muy parecida del material sonoro, pero añadiendo un signo-función para cada vocal infiriendo así una fórmula capaz de dibujar las palabras con muy pocos signos. Incluyendo el componente fónico que los fenicios rellenaban mentalmente al reconocer en la escritura las contracciones consonánticas de su léxico más común, se consigue hacer explícita la correspondencia global entre letras y palabras. Por decirlo de otro modo, los griegos cambian el SMS por un sistema más seguro, el "eseemeese", como dice el chiste, para no confundir SMS con Sus Majestades…
Digamos que el paso de hacer de un alfabeto de signos el soporte de la escritura de varias lenguas es una forma de consecución del primer alfabeto fonético de la historia. Hasta aquí las lenguas habían derivado por la distinción de las palabras en los distintos idiomas y dialectos, de forma que los primeros signos, icónicos o no, caso de serlo, dibujaban cosas de la realidad asociada al sonido de una lengua. Pero después, con el tiempo, los signos simplificados acabaron adoptando ese carácter reconocible autónomo para formar grupos de sentido, a la par, grupos de sonidos delos que extirpar el uso silábico primeramente y por último el específico a cada letra. En resumen, primero parece ser que se pintaban cosas, y después las letras pintaban sonidos. Es decir, la abstracción de un dibujo asociada a un sonido crea el juego del signo mínimo del lenguaje: su autorreferencia.
/A/ = “a” y [a]
Del griego al fenicio con el uso de casi un mismo alfabeto el único cambio es el lenguaje, pero la escritura, en concreto su dirección, acaba rompiendo con la imagen prestada de las letras y las palabras.
Hay que observar que en épocas arcaicas lo que produce el bustrofedón (escribir en dos direcciones) es que la misma letra, si no es simétrica tiene dos aspectos: ϵvs ϶, circunstancia que en el siglo V fue harto útil para el desarrollo de la escritura musical vocal-instrumental basada ¿por cuartas? en el giro de los signos. Si me permiten la observación, ya que sé más de música que de epigrafía griega, la poca música griega que se conserva de los griegos parece conservar mejor los rasgos del alfabeto arcaico que los escritos de la época, donde se ve que el griego escrito es el griego. Luego, es evidente que en las necesidades de los músicos se pasó por varias etapas según estilos, de lo que cuentan los eruditos que hubo una etapa de pocos signos con muchas funciones, a otra con muchos signos, demasiados quizás, en el intento de hacer unívoca una altura (o digitación) y un signo(significante).
Por supuesto, las letras de la literatura griega tienen en un principio los mismos caracteres que los fenicios, pero el cambio de dirección cuando se “occidentalizan” tipifica en la escritura unas diferencias sensibles entre el original y la copia con la resistencia pasiva de aquellas letras simétricas que venían a coincidir con el bustrofedón[3] y las escrituras unidireccionales, cualquiera que fuera. Por ejemplo, hoy pasará con la eme…:
àM = ßM
…, pero la eme griega original era asimétrica:


…con algunos trazos de más. La asimetría aún se refleja en la minúscula, que al igual que la nuestra parece mirar hacia un lado: m, µ (y u diseño simétrico a veces no lo es 100% por el grosor de algunos de algunos trazos: M ). Claro que la letra µ que se usa como “micra” hoy día, omicrón, no solo se ha curvado, o parece estar de lado, sino que se deposita en la parte baja de la línea de escritura, dejando caer su pata hacia abajo, al igual que j, p, q… y otras letras. Hay que observar que la evolución de las letras en cuanto a su diseño es solo un apartado de su evolución, pues también hay que considerar la escisión de las mayúsculas en mayúsculas y minúsculas (que no es solo una cuestión de tamaño), y el posicionamiento de los tipos según épocas por cuestiones estéticas, ortográficas, o llegada a la imprenta, para regularizarlas al máximo.
Lo primero a tener en cuenta no es la duplicación de las letras es dobles signos asociados a un fonema, cosa que se va a producir en la Edad Media, aunque hay muchas letras mayúsculas en juego dentro de distintos estilos en los que podemos considerar que cada letra tiene muchas formas. Me refiero pues a que la entrada de mayúsculas y minúsculas garantiza que un fonema tiene dos escrituras ortográficas, y esto acarrea dos estímulos visuales distintos:
/a/ = “A” y/o “a”.
En cualquier tipografía.
Pero como digo, antes que esto la mayoría de los símbolos ya se podían ver en varias posiciones, como C y Ɔ. El tema estriba es que tal vez sí se advierta distinción en la letra que parece el cuarto creciente y el menguante leyendo o escribiendo en una sola dirección, pero escribiendo en ambas direcciones es evidente que podemos considerar a la ce y a la ce en espejo una misma cosa. Añadir debo que la “ce” es una letra que viene con los romanos, su arco de medio punto para todo, y también para estetizar la arquitectura de las letras.
Si admitimos que el sentido de dirección en la escritura latina vs el sentido de la escritura fenicia también es una deuda de la colonización o influencia griega, entonces podemos trazar esa barrera psicológica por la cual existen dos puntos de vista totalmente enfrentados para las letras, de lectura y escritura: el que va de derecha a izquierda y el que va de izquierda a derechas. Si las letras no evolucionaran nada con la práctica siempre se quedaría como estaban y el sentido de la escritura no les debería afectar para nada hacia su forma, pues ya tienen forma y es lo que hay que imitar, insisto; sin embargo, es obvio que el ataque de las letras por la plumilla, la ligadura o el rastro final o coletilla de algunas letras se ha implantado en los caracteres de muchas letras, ya mayúsculas o minúsculas, y, si los tipos no son muy clásicos, se observa a la percepción con ciertas tipografías.
Música maestro!
Música maestro!
Música maestro!
Por supuesto que todos sabemos que hay trazos de las letras que no son del tipo, sino ornamentales o fruto de escribir ligado, esto es, sin levantar la pluma o boli de la superficie de escritura, algo a lo que nos obligaban en la escuela. El estilo caligráfico aporta así un tipo de letras no infantiles, pero sí tradicionales que aportan una imagen muy diferente a la que concede la Arial, Times, Verdana, Garamond,… Ahora bien, esto quiere decir que algunas letras minúsculas o mayúsculas vuelven a tener duplicación de formas.
Por ejemplo, la letra a caligráfica y la letra a de esta tipografíaàdistinta forma.
E incluso, caracteres simétricos en tipografías a palo seco se orientan y orientalizan:
A M
Pueden encontrar información específica de este tipo de transformaciones de estilo en un libro dedicado a la caligrafía. También si se compran una plumilla pueden tener un montón de deducciones del propio modus operandi de la escritura, pues no hay mejor fuente que los materiales y la experiencia con los mismos.
Por ejemplo, hay que relacionar el estilo de la plumilla con sus soportes y con el tipo de cáñamo utilizado. Situación que explica en paralelo la evolución del sistema cuadrado de los monasterios para la escritura. Más los monjes no estaban obligados a escribir recto, es más bien una cuestión dogmática y estética lo que obliga a que la plumilla se utilice al servicio de ciertas formas geométricas con la misma destreza y /rectitud/ que cuando se hace al libre albedrío. Pero antes de ir al medievo vayamos a los romanos, que todavía no se habían caído cuando acogieron el alfabeto.
Como es de Perogrullo, también le debemos a Roma oficiar una continuidad de lo clásico, recogiendo y respetando el sentido de la escritura griega como un modelo a imitar (al que mirar). Dado que la historia de los romanos acaba en Imperio, la repercusión de la implantación del idioma latín va ligada a la difusión por el mediterráneo del alfabeto griego, ya adaptado al latín en lo que es el abecedario, pues lo de los griegos era un alfabetagamario. De forma que, al pasar por distintos filtros, las huellas de unos y otros pueblos en las letras podrían ser visibles. Podríamos decir a respecto de la orientación que las letras están polarizadas formalmente más al estilo griego que el fenicio, y por ello es difícil ver similitudes de otros alfabetos que partieron del mismo y derivaron por otros caminos (de derecha a izquierda) desde la misma fuente inicial. Luego, también hay que ver que el estilo que se asocia a las letras griegas, no las actuales, deriva de la escritura por trazos rígidos, como a punta de navaja, o como ya he dicho, escribiendo en el suelo con un palo. Los tipos de los romanos no son muy diferentes, pero añaden algo que poco a poco se va a convertir en parte constante de las letras: los remates. Remates que se aprecian en las inscripciones de los grandes monumentos o mausoleos y que no son los renacentistas (Garamond es del renacimiento), pero que ya añaden a las letras una magnificencia logotípica sin precedencia.
A respecto de la dirección el bustrofedón explica además la orientación de otras letras como la D, la F y la L, que acaban desmarcándose de los prototipos arcaicos, que eran simétricos o estaban en otra dirección.
Una letra puede sugerir, imitar o sustituir a un objeto cotidiano, pero también se usa lo contrario con profusión, sustituir una letra por un icono, siendo las oes muy recurrentes por la gran cantidad de cosas que hay redonditas para ello. Pero las oes recuerdan una sola cosa y las letras asimétricas varias, luego son muy productivas.
A día de hoy la inversión de las letras sigue siendo un recurso en boga que sirve como reclamo en el diseño, en la publicidad…, pero que esto es históricamente más normal de lo que parece. Empezábamos con el Alef, y tenemos en cartelera a la película Tor(A)pia, de Karra Errejalde, con Javier Gurruchaga.


(2004)

En primer lugar debería haber consenso de opinión al juzgar que esa A futura de cuerpo extrabold representa un toro, que por el contexto más que por la forma parece que sí. Precisamente, si pensamos en los cuernos del toro, y pensamos en castellano, la T de Toro nos recuerda más al astado (por el sonido, no por la forma, pues la T no es   ). O como se haría por SMS, la T no es   )—  [para lo que miramos a final de frase hacia el otro lado, like the tipical guiño ;)        ←]

Habría que preguntarle al diseñador si se le ocurrió voltear la letra A porque vio la cabeza en la letra, o porque sabía que originalmente era así: si lo intuyó o lo conocía. También sucede que como diseñador, dada una palabra hay que observar las letras que vienen con ella, y está claro que la repetición de la A invita a hacer cosas, aunque el giro rompe el ritmo que se produce por repetición de figuras dentro de la propia palabra.
El caso es que, la A boca abajo es la boca debajo de toro original, pues en A patas abajo está el morro hacia arriba. En todo caso, es difícil ver el símbolo A invertido, hoy usado como operador matemático /para todo.../ en los alfabetos antiguos. ¿Por qué? Pues porque los fenicios la hacían más bien de lado, y los egipcios no la esquematizaron tanto como fenicios y griegos, quienes quitaron trazos, rectificaron las formas originales e hicieron de una cabeza en principio ovalada una especie de triángulo.
Otro ejemplo de diseño menos actual (cronológicamente, no hablo de nivel ni de modas: Retevisión desapareció en el 2002) que invertía letras era Ret(e)visión, marca desaparecida. En él aparece la ‘e’ como si la practicáramos en bustrofedón.

Casi siempre se pretende con esto hacer un juego de relaciones entre letras repetidas, pero no siempre es por esto, a veces con una sola basta por hacer un logo original con una tipografía más bien convencional, consiguiendo algo imprevisible, exótico cuando se usa poco, y original si no se convierte en moda. Luego, si la letra final se vuelve el efecto que se consigue siempre es de simetría. A mayores, podemos decir que según con qué letras juguemos el vocablo final parece más cerrado o abierto:
Con más años de solera tenemos el logotipo del grupo Revolve(R)

El sentido llano de la palabra revólver es el del arma, y en condiciones normales se acentúa, pues se pronuncia como revólver. El problema es que dada la ambigüedad o las modas de los acentos en las mayúsculas, el logo se abre semánticamente a otras cosas. Lo más ético es pensar lo justo, que hay una palabra con un significado al que se le ha dado un toque de diseño para crear simetría. Pero después no es fácil detenerse ahí ya que prácticamente es un diseño palíndromo, pues la E también está direccionada hacia atrás, muchas letras son simétricas y aunque se lee revlover, en el fondo es lo mismo. Luego, si vemos otra cosa incluso podemos sacar matices, ya sea el préstamo de –lover, o lo que conduce a ir y volver, re-volviendo con el sentido de revólver. En definitiva, revolver al volver de verdad se lee revuelto, pues jugando a volver de nuevo sale lover, aunque lo que se pretenda es hablar del revólver (el tipo de pistola vaquera…) nada más. Luego, la estética country o casi a pantalones vaqueros prima en el logo, algo se habla de la música rock a la americana del grupo y quizás, si no es puramente estético el volteo de las letras finales, decir encubierto lo de retornar puede tener su sentido añadido, pues hay que tener en cuenta que el líder de este grupo ya tuvo al menos antes otra banda, y Revólver es con la que se relanzó.
No pretendía con estos ejemplos hacer de un logo un crucigrama o un jeroglífico, pero hacer un logo no es escribir una palabra, pues lleva horas y hay que tomar decisiones por los resultados: los visuales, los tipográficos, los jerárquicos, los cromáticos, los que son semánticamente importantes y los que no, tener cuidado porque los que no deban parecer semánticos no destaquen, y no hacer explícito aquello que queramos que tenga cierto misterio al mismo tiempo.
Moraleja: No hagas la segunda parte de instinto básico si no quieres que se descubra quién fue la asesina de la primera parte. A propósito de letras: las letras tienen muchas formas, y las formas tienen varias orientaciones, de las cuales a veces se usan algunas buscando un valor icónico que resulte útil a un logo, cartel, o juego visual determinado. En ocasiones hacemos experimentos, en otras nada que no se halla hecho ya a lo largo de la historia. El lenguaje de la publicidad dado que es sincrético utiliza recursos de varias fuentes, y es rico para el análisis de muchas estrategias de comunicación a partir del juego con la tipografía pura.
Recordamos en el siguiente cuadro la evolución de las primeras letras del alfabeto, sin la C ni la F (digamma, procedencia hebrea... consultar especialistas).



Resumiendo: Antes de este uso fonético de las letras, las “imágenes” escritas se dirigían a esquematizar acciones de un modo más general y simbólico. El símbolo del Sol podría ser no solo el astro, sino la vida, el día, fecundidad…, lo cual supone la superación de un grado de abstracción directo entre la cosa representada y el significado. La existencia clara y reconocible de las palabras y la necesidad de articular la mensajería puso en juego la escritura jeroglífica que no dejaba de ser ambigua. Si “edad” fuera un árbol, Sol-edad podría referir la soledad. Veamos que este juego de palabras aún tiene eco en el diseño y la publicidad.
Sin embargo, hay que descifrar un Sol+árbol, nos puede llevar a entender algo relacionado con la función clorofílica. Es evidente que no es lo mismo un jeroglífico (pasatiempos hoy) en castellano que en francés, pues se basa claramente en juegos de palabras e imágenes basados en la sonoridad del idioma.
De tal forma, en la evolución de la escritura la porción de ambigüedad al decodificar el lenguaje se va reduciendo. Progresivamente la función fonética de los símbolos no desaparece, pero va disminuyendo de nivel lingüístico: de palabras compuestas a sílabas asociadas, y después a fonemas.
El alfabeto romano es un alfabeto evolucionado del griego y del fenicio, que consiste en asociar un fonema a cada signo, existiendo unas normas particulares en cada época y zona para las mismas letras. Sin embargo, gracias a la unidad del Imperio romano y su extensión, en la práctica totalidad de Europa y Asia occidental compartimos unas mismas grafías y su asignación sonora. Si a Grecia le debiéramos poner de moda un determinado modo de escribir la palabra, la oración, cierta gramática, formas poéticas, narrativas, discursivas,… a Roma le deberíamos que, a pesar de ser diferente lengua, gramática (declinaciones…) podamos aún compartir en la máquina de escribir unos mismos tipos básicos de signos dentro de las mismas teclas. Esto hace que el teclado de nuestros ordenadores sea más internacional que si no hubiéramos pasado por estas etapas de unificación y cooperación cultural.
[Nuestra suerte es la globalización desde nuestras premisas. Nuestras carencias, cada vez más, el saber menos del resto. Por una parte esto da comodidad a quien impone el criterio, pero también cada vez que nos creemos que sabemos más que el resto y obligamos a los otros a saber de lo nuestro, nos quedamos a la larga por debajo. Esto se aprecia también en la historia de los países colonizadores y los colonizados. Los colonizados hablan su dialecto particular y el del imperio, los del imperio se molestan en coger a un nativo que hable su idioma para que les diga lo que los otros dicen, y en esas estamos. Quizás ciertas fórmulas se imponen por la falta de flexibilidad de quien no la tiene. Luego de la internacionalidad del globo, desde el siglo XIX, pero sobre todo desde mediados de los 50 del siglo XX nos hemos visto obligados a galopar internacionalmente a lomos del inglés, a pesar de que el castellano y el chino son los idiomas más hablados en el mundo, en términos de hablantes, no de países.
Quizás la parte de aprender otro idioma no es la más difícil aquella que empieza por aprenderse los signos que equivalen a sonidos, pues esto sería simplemente cambiar de estética. No todos los idiomas con idéntico alfabeto funcionan igual, ni todos los que tienen otro alfabeto funcionan igual que en lenguas basadas en la estructura verbal y la codificación de fonemas a partir de signos. Sobreviven cientos de lenguas cada uno con su forma de codificar el sentido del lenguaje y repartir con los signos las funciones que se reparten.
Con esto, a día de hoy uno se debate si aprovechar el alfabeto común y aprender idiomas (francés, alemán, inglés, español, italiano, ruso…); o aprovechar que todos tenemos fonemas casi comunes y aprender “otros” idiomas (ruso cirílico, hindú, chino, árabe…) aunque el primer sacrificio pase por reconocer unas grafías que no se parecen a las nuestras.
El tema es que no es tan difícil al menos curiosear en la máquina de escribir digital, pues es tan fácil como acceder a la esquina de nuestro Word o al menú desplegable de muchas opciones de los distintos softwares.
En todo caso, no pienso que el futuro de la comunicación sea que se imponga un idioma como si fuera el esperanto o que tengamos que saber siete idiomas, pues entre otras cosas hay que vivir en el presente.
En este presente hay que pensar qué cosas son capaces de comunicar por encima de las barreras del lenguaje, y las artes tienen mucho que decir: la música, la pintura, el cine, la fotografía, la danza,… y a veces, pocas palabras mejor que muchas. Es por eso que este párrafo es el último que le dedico a esta parte introductoria].




[1] Es obvio que para los lingüísticas las palabras no pertenecen a una realidad tan abstracta, sino a la realidad de las palabras. Pero bueno, también los matemáticos hablan de las matemáticas en sentido abstracto, y existen los pitagóricos que se creen que todo es número. El problema es encontrar un uno o una eme con ese sentido y forma dentro de la realidad. Me refiero simplemente por esto a que las palabras de cualquier idioma no están en la naturaleza, sino en el artificio de las lenguas. Digamos que es innato hablar, es igual que puede ser la comunicación, eso no impide hablar de que las palabras son abstracciones, ya sonoras ya gráficas, fruto de una coincidencia de signos dentro de un sistema arbitrado, codificado, compartido y legitimado para transmitir significado y crear comunicación.
[2] También se habla de que las lenguas son lenguas vivas y sufren variaciones, pero hay signos que sin ser la cultura escrita aguantaron de forma muy conservadora las formas de la escritura y también los fonemas asociados a los mismos. Luego, tampoco es de extrañar que haya letras que hayan cambiado de funciones sonoras en los distintos idiomas europeos, se hayan adaptado a determinadas estéticas o se hayan sofisticado (como al pasar del latino al cirílico para añadir los fonemas eslavos).
[3] Escritura sin salto de línea, es decir en zig-zag. El nombre viene de la forma de labrar con buey de ara.

No comments:

Post a Comment