SINÓNIMOS EN MÚSICA
Añado une petite reflexión al tema de los signos motivados desde el plano de la escritura musical.
Quizás aquí me aparte un poco del tema de las sinestesias, pero no del de la escritura musical, que no deja de ser una forma de ver la música.
Ver la música no es oírla, pero entiéndase:
[Ver] la música no es [oírla].
Evidentemente que cuando dirigimos la mirada a un cuadro de Klee no sabemos hasta qué punto estamos ante música para los ojos, pues la pintura se soporta en la pintura y sus soportes, definición un tanto cíclica. Pero la pintura que quiere ser sonido visual, aspiración kandinskiana, puede ser dos cosas música basada en parámetros musicales o una representación sentida del sonido a través del color y las formas que lo soportan. Sabemos que ante una pintura estamos ante una pintura, pintura que puede significar nada, o determinados algos basados en formas de derivar los trazos por un autor a partir de su forma de sentir y sus códigos personales. Es difícil atender a la representación subjetiva o individual de un artista plástico que pretende representar música, al igual que puede serlo si lo que quiere significar es violencia, amor, paz o valores universales que no pueden ser vistos, de tal manera hacer visible lo invisible es una quimera que se inmiscuye en el misterio y que no siempre encuentra aceptación en el espectador que desconoce el código o no se presta a sentir como sentía el artista y llevar su mirada e intelección de las cosas desde una experiencia estética sumida en la intuición.
Añado une petite reflexión al tema de los signos motivados desde el plano de la escritura musical.
Quizás aquí me aparte un poco del tema de las sinestesias, pero no del de la escritura musical, que no deja de ser una forma de ver la música.
Ver la música no es oírla, pero entiéndase:
[Ver] la música no es [oírla].
Evidentemente que cuando dirigimos la mirada a un cuadro de Klee no sabemos hasta qué punto estamos ante música para los ojos, pues la pintura se soporta en la pintura y sus soportes, definición un tanto cíclica. Pero la pintura que quiere ser sonido visual, aspiración kandinskiana, puede ser dos cosas música basada en parámetros musicales o una representación sentida del sonido a través del color y las formas que lo soportan. Sabemos que ante una pintura estamos ante una pintura, pintura que puede significar nada, o determinados algos basados en formas de derivar los trazos por un autor a partir de su forma de sentir y sus códigos personales. Es difícil atender a la representación subjetiva o individual de un artista plástico que pretende representar música, al igual que puede serlo si lo que quiere significar es violencia, amor, paz o valores universales que no pueden ser vistos, de tal manera hacer visible lo invisible es una quimera que se inmiscuye en el misterio y que no siempre encuentra aceptación en el espectador que desconoce el código o no se presta a sentir como sentía el artista y llevar su mirada e intelección de las cosas desde una experiencia estética sumida en la intuición.
Víctor Montero Síntesis mixta, 2019.
Mi cuadro anterior está basado en criterios musicales, pero no deja de parecer arte abstracto, más fácilmente catalogable como geometría abstracta, y después de ello ver al mismo tiempo que no conecta con Mondrian ni su estilo, pero que en el caso de pretender ser música no es un Kandinsky ni un Klee, sino un cruce de bandas de color que determina una región colorista encuadrada en un rectángulo, una región sin tiempo, porque el espacio no lo tiene, y una región espacial en la que si algo es el tiempo, desde nuestros supuestos de lectura habría que leer la imagen en base a criterios convencionales tanto más para querer ver música, si no al estilo de los sonidos (que se suceden en el tiempo), al menos al estilo convencional de la escritura musical, lo cual aporta unos códigos, o al menos unas predeterminaciones de como se desenvuelven los mismos.
Reparar la máxima por la cual un cuadro de Kandinsky es Música para los ojos nos lleva a considerar las dos cosas de las que he hablado: ¿es una pintura que pretende ser libre dentro de las reglas de un cosmos abstracto basado en sus elementos primarios? o ¿es una imagen de como podría pintarse la música alejada de la influencia formal de su codificación clásica en los sistemas de escritura convencionales? Lo único que podemos sacar en conclusión muchas veces es que un cuadro de Kandinsky es un Kandinsky, y cada cuadro en su momento es un poema a la libertad de expresión de una pintura que en la historia había servido siempre a la mímesis.
Más tal ruptura en su etapa histórica le plantea al autor la necesidad de excusar su estilo ante la ruptura que propone la creación de estas formas dentro de un lienzo. Pues la abstracción no nace en el siglo XX, hay grecas, líneas, lazos, entrecruzados, texturas y arabescos miles que tienen sitio en la arquitectura, la cerámica, el arte textil, los muebles o los utensilios domésticos, las molduras de los marcos, los adornos en general de todo arte menor: bisutería, cestería, joyería, imprenta,... y se admiten porque son un "decoro" sin excesivo discurso que acompaña al objeto: anillo, cesto, collar, corona, hoja o portada de libro, cinto, vestido o chaqueta..., y es que formas abstractas hubo siempre, incluso algunas con sentido cerrado, lo cual las aparta semióticamente de lo abstracto, a pesar de que en forma, sigan siendo elementos poco figurativos, o dicho a la kandinskiana, menos orgánicos.
No soltaría esta introducción sin necesidad. Pero es que uno puede hacerse la pregunta de ¿qué es lo orgánico en música?O ¿qué es lo figurativo? y tardar en reaccionar, o llevarlo al plano musical sin hacer distinción entre música y realidad.
Por la empírica, tenemos muy asumido que la música ofrece una escala natural, y teniendo en ella la experiencia razonable de los objetos musicales nos parece que las melodías son reales, o tienen vida porque la tienen en la experiencia colectiva de la gente, aunque no en todos los casos (según qué elementos, o frases...) en la naturaleza.
La "escala natural", mayor para más luces didácticas de nuestra cultura occidental moderna, es pues una escala normativa, que tiene mucho de natural según Rousseau, Rameau y otros ilustres continuadores del modo Tritus plagal como preferencia, pero no deja de ser un utensilio tan natural como la rueda, de muchos siglos ya de Antigüedad.
Luego, no me ha sido nunca fácil comulgar con las divisiones taxonómicas de algunos autores que hacen de la figuración y la abstracción un polo de opuestos capaz de dividir las partes del arte de una forma eficaz. En cierta medida, cuando hay que estudiar Historia del Arte y responder con terminología al uso no queda más remedio de entender que Abstracción es aquello donde ni hay figura y Figuración donde la hay, pero no todo es sota, caballo y rey, o dicho de forma dualista no todo son copas o espadas.
La propia tenencia a que exista un punto intermedio donde la abstracción se confunda con la figuración da lugar a un intersecto. Pero este intersecto híbrido, por sus dobles procedencias o causas cruzadas tiene a su vez dos interpretaciones, la de la figuración que parece abstracción, y la de la abstracción que parece figuración, que pone en la palestra a aquellos autores del informalismo que parecían querer decir formas sin las mismas. Luego, no se puede dar brochazo alguno sin que produzca una forma, una forma abstracta..., una forma abstracta que renuncie a ser una figura reconocida o reconocible... quedémonos un rato mirando las nubes, lo entenderán.
De Kooning. Composition (hoy en Gugenheim).
Del polo de la abstracción y la figuración divide Kandinsky la creación histórica en diversas etapas, anticipándose a la gran abstracción, que aún no había emergido, pues él estaba en una etapa que ha quedado considerada para los historiadores como la de la abstracción lírica, y de cuyo estilo o surgen esas visiones mayestáticas de la música como un todo dentro de un lienzo, aunque esta música sea muda. Es más, el hecho de que sea pintura con intención de hacer libremente lo que la música hace con sus consideraciones internas de proporción, armonía, equilibrio, ritmo... pone en la catapulta a la pintura hacia una región desconocida. Kandinsky se fatiga en sus párrafos a defender una actitud del pintor vanguardista que no pretende hacer nada diferente de lo que hace la música, pues el músico en general hace música que no está en el paisaje de la realidad, no al menos en el paisaje de la realidad natural, del todo natural. Es decir, la novena sinfonía (comienzo del siglo XIX) es una pieza que no envidia nada, pese a ser rompedora por ser de quien es, a la propia música, que se cimienta sobre ritmos y acordes, escalas de siempre, incluso que deposita su éxito en la escala mayor diatónica y las cadencias clásicas. Pero ¿cantan los pájaros escalas diatónicas? o ¿se ha constatado que la música de las esferas se corresponde con el modo mayor?, pues no,... más bien se ha proyectado sobre los planetas la imagen de la escala al uso, sin éxito al menos en este sistema solar.
No digo que la música no sea natural, sino que estamos acostumbrados a sus fórmulas, lo cual hace que el propio canto de los músicos sea el plano a imitar entre unos músicos y los otros, los que no teniendo un referente totalmente natural redundan en el oficio generación tras generación escarbando en las partituras heredadas o sedimentando las nuevas creaciones sobre el rastro de las anteriores. La música nueva, si se parece a la música antigua no es criticable como música. Pero esto trae una identidad absurda que los conservadores no ven: lo nuevo = lo antiguo. Más, en esta base ideológica se comulga con la mímesis de la música y su repertorio a través de la copia, la interpretación o la reinterpretación más tímida, de forma que la música que surge en el 2020 es "nueva", pero a la vez es la de siempre, aunque esto no responda al concepto de /novedad/ que utilizamos cuando cambiamos un móvil por otro de última generación.
De aquí se extraen no pocas conclusiones: al igual que nos gusta que la leche sea clara y el chocolate espeso, en el hacer o el criticar cotidiano y popular nos gusta que la pintura sea mimética y la música abstracta, sólo que entendemos la abstracción musical como una especie de mímesis interna de sus propias formas: no del todo naturales.
Si invertimos la fórmula, si le damos al público música concreta (grabaciones acústicas de la realidad) nos dirá: "esto no es música", y sin embargo el arte de grabar sonidos se diferencia poco del arte de la fotografía, que no es la pintura, pero es referencial, en muchos casos. Es más, si se le exige a la pintura realista ser tanto más precisa y verídica en dibujo y color para considerarla buena, estamos exigiendo a la pintura que haga fotografías a pincel de lo que el ojo ve. Por supuesto, esto es una máxima que se destila cada vez menos en el plano del arte, en la propia pintura, pero es lo que lleva al reconocimiento del oficio de alguien que dice, quiere o puede saber pintar.
Pongo estos casos tópicos de crítica popular porque no están del todo olvidados, a veces decimos que pinta bien quien pinta referencias reconocibles del mundo exterior, quien mantiene la pintura y sus temas en una labor mimética tan criticada o cuestionada en el siglo XX. De tal manera, la voz crítica hacia los cambios podría permitir que sobreviviera la pintura realista, pero hay un solapamiento de personas que piensan que la pintura ha de ser así y después no valoran las diferencias de ejecución, textura y calidad de una pintura y una fotografía, mucho menos para pagar las horas que eso lleva, pintando como exigen. La pintura vive pues inmersa en muchas situaciones de incomprensión, sino de la forma, del precio de la figura, y al final... esto no quiere decir que la abstracción reduce horas de trabajo, pero habiendo gente que prefiere fotografías a cuadros que demuestran la pincelada con descaro, para qué perder el tiempo haciendo detalles inaccesibles al encargo de muchas miradas, bolsillos y demases.
En el supuesto de pensar que /pintura/ es un coto restringido de lo que pueden ser las pinturas es evidente que nos perdemos la PINTURA de las grandes esencias, sin denostar a los nostálgicos, sin menoscabar a los románticos, porque hay que producir arte en base a todos los principios: los de siempre y los alternativos. Pero hay que educar el ojo y la mente. Tampoco soy un fanático de ferias como ARCO, es decir, me posiciono en la globalidad de los estilos, y en la capacidad de integrar lo nuevo con lo antiguo sin que un estilo de producción sustituya lo anterior, sino que simplemente amplíe el vocabulario artístico y el diccionario de la creación.
Y es que no solo estamos acostumbrados (general, voz popular..., tópica...) a que la pintura sea figurativa y la música se auto-refleje en sí misma, en una especie de conservadurismo mimético cerrado. Por esta parte, es una contradicción no entender la capacidad de producción abstracta de la pintura si somos capaces de entender la belleza de la música en base a la configuración de unos parámetros del sonido que no producen decorados naturales, aunque sean capaces de evocarlos. Que el tópico de que la [pintura] sea /"pintura"/ se manifieste en figuración lleva a un callejón sin salida a la producción pictórica muy anacrónico y a la vez, lo más paradójico, muy apartado del nivel de tolerancia que soportamos con que la [música] sea /"música"/, y todo esto retrata que no somos conscientes del nivel de abstracción de la música, a la par que justificamos y renegamos de los manifiestos artísticos de las distintas disciplinas con las mismas neuronas usadas en sentido contrario. Digamos que pretender alojar a la pintura y la música en la autoreferencialidad de las costumbres es lo que es: un acto de juicio estático, un juicio del gusto testeado a la experiencia y a la educación polarizada del gusto en base a parámetros estéticos de otra época o de otra gente, quizás asimilados y que creemos nuestros, quizás que fueran de verdad apolíneos y universales, peo ahí está la paradoja de base: la pintura referencialista se basa en lo que el ojo ve ahí fuera, la música referencialista se basa en lo que el oído oye dentro de la música.
Luego, el contraste del no evolucionismo en las artes en este mundo de la actualización produce una paradoja aún más grave: cambiamos el móvil cada 18 meses, muchos más cacharros y de forma vertiginosa nuestra forma de vivir, nos inculcan los cambios..., las /novedades/, pero en arte aún somos reticentes a entender ciertas cosas: imágenes o sonidos sin tipificar.
Luego, veamos que Kandinsky ya está reconocido, Barnett Newman, Pollock, Mondrian... que no estamos ante la crítica de los críticos, y que la abstracción se ha instalado de sobra en los circuitos del arte, que entienden al arte o que estudian el arte. Monet es un clásico, Van Gogh decora calendarios y de los cuadros de Mondrian se ha hecho estética de botijos, cerámica, calendarios, indumentaria, sillas, sillones, moda y lo que no está escrito. Hemos avanzado hacia la abstracción, sin duda, la abstracción pictórica ha un lugar en el arte del siglo XX, y supone la conquista de un espacio, soportes,... donde antes tenía que primar una escena de caza, un molino, un arroyuelo o una puesta de sol inconfundiblemente poética y agradable al mismo tiempo.
Bold and Brick, Pietre Mondrian
En definitiva, sí hemos avanzado, como no después de la llamada postmodernidad, pero no hemos conquistado la razón de quienes no piensan el arte desde los nuevos parámetros. O, mucho menos hemos conquistado nunca los bolsillos de quienes quieren cuadros pintados que compitan con la fotografía y a la vez sean capaces de valorar el trabajo de ejecutarlos, románticamente, con un pincel de tres pelos y con pulso de control numérico. Se necesita un chip de última generación para quien critica el arte novedoso y no reconoce el trabajo artesanal en beneficio del contraste que le supone calcular las diferencias visibles con las producciones de una máquina.
En resumen, el arte musical y el arte pictórico se mueven en cuanto a consideraciones tópicas en base a un paralelismo de ruptura sincrónica que a su vez está desfasado de forma oculta en cuanto a niveles de abstracción. La música configurada desde los principios naturales en una escala y una afinación de divide en notas, tonos, alturas,... y esta síntesis, aunque sea primaria y de uno de los muchos parámetros que la configura quiere decir algo así como que al hacer música ya no partimos del continuo delas frecuencias que somos capaces de oír, sino de las que tendemos a interpretar sistemáticamente entre las muchas posibles. Una forma de hacer algo parecido con la imagen es dividir el color en doce partes, lo cual es una analogía de la afinación temperada musical, y una manera de sintetizar la realidad en base a escalas, en este caso concreto reduciendo los millones de colores que somos capaces de ver en muchos pocos, oficializando un binomio nota=color que ha tenido muchos adeptos en la historia de la interdisciplinariedad de las artes.
Pero tampoco este retrato de la nota=color es unívoco, porque hay que afinar el color, porque oímos muchas octavas y vemos sol una, y porque las condiciones acústicas no son las mismas que las ópticas, ya a nivel físico ya a nivel psicológico.
Tratar la ecuación PINTURA=MÚSICA como principio de identidad nos lleva a soluciones múltiples, desde el mismo momento en que entre estas artes el orden de factores altera el producto, porque no es lo mismo la [Pintura] que retrata /música/ que la [Música] que retrata /pintura/, de forma que hay que desdoblar la fórmula, negando que la ecuación sea un principio matemático o lógico tan cerrado como arriba parecía escrito, y...
PINTURA musical vs MÚSICA pictoricista
... es el binomio lógico de dos artes enfrentadas que se miran entre sí, de forma que una quiere hacer lo que la otra le inspira, muchas veces atendiendo a parámetros que son los mismos, otras no, y deformándose sin complejos en la multiplicidad a través de la interpretación subjetiva de cada autor y cada época de lo se entiende por /música/, /pintura/,.... lo que se permite hacer dentro del género o del estilo, y lo que se consigue hacer con las relaciones establecidas, a veces una analogía, otras una comparación, metáforas indestructibles, o cifrados cuestionables de una sustancia con respecto a la otra. Esta es la fórmula inequívoca del arte interdisciplinar, A = B, solo que algunas veces B se parece A' y la metáfora se aproxima a una identidad.
Relacionando lo dicho con los otros capítulos véase que las producciones plásticas con la pretensión ser música para los ojos o analogías visuales netamente musicales (inspiradas de forma concretas en partituras) tienen restricciones muy dispares. Por otro lado, la música se hace visual de dos formas: con la escritura que se hace más descriptiva que simbólica y con la propiedad intrínseca de la música de despertar imágenes en el espectador, no de una forma enfermiza, sino simplemente sugerente o llevada por el significado de la misma.
Como es obvio, la música no se puede ver y la pintura no se puede oír, pero del punto de partida de la interdisciplinariedad emergen aún en la incomprensión de sentido de las producciones dos vertientes estéticas de la música y la pintura una vez que de desinstalan de sus funciones tradicionales. De la inspiración de una con la otra también puede suceder que veamos que la pintura es aún más Pintura-abstracta o de que la música parezca aún más pura o su contrario (más programática), pero en el fondo de las formas, este hacer cruzado ya es otra forma de hacer y deshacer que no es el típico, ni el tópico, ni un ejercicio de mímesis tan simple como cuando se pone un artista ante un modelo y le da al botón de REC.
V.Montero
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