Restauraciones

El tema al que le dedico el blog últimamente ha sido el color, más que las grafías musicales, un poco dirigido ya a cerrar los capítulos del mismo y dedicarme a otras cosas.
De hecho, últimamente el tema del blog no son tanto las sinestesias o las grafías musicales sino un sucedáneo de reflexiones en base a actividades que me traigo entre manos. Reflexiones en las que no dejo aparte el color porque ando restaurando cuadros y porque en ellos recuperar el color puede ser tan difícil como recuperar el dibujo de algo que ha quedado borrado por el tiempo.
En buena medida muchas veces tengo la impresión de estar haciendo un ecce homo por cosas ligeras, no sé si es que le doy mucha importancia al color o a los detalles.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/espana-directo/negocio-del-ecce-homo/3257432/

Me ha pasado haciendo un retoque a un cuadro de mis padres, pero no por cambiar en exceso el dibujo al estilo de Doña Cecilia, sino por variar ligeramente el color aún dejándolo dentro de unos límites de parentesco.

Digamos que siempre hay un margen de error para actuar y que el referente siga siendo el mismo, pero si el referente es lo auténtico o lo genuino, es una tarea imposible rehacer algo y que parezca de nuevo el primer acto, pues el segundo acto se solapa con el primero.


Es probable que haya copistas que sean mejores reproductores que los propios artistas (productores), pues al menos en el libre albedrío de la expresión, la que se da a la ligera no es la misma que la que se da a la pesada forma de imitar a la primera.

En el caso de este cuadro, que lo he colgado ayer, he tenido tres actuaciones sobre el mismo. He de decir que en 2 de los 3 casos considero que hice un cuadro distinto, pero en ningún caso la forma del dibujo variaba en exceso, hablo simplemente de dar algunas pinceladas de más, eso sí determinantes.

Por lo que considero que la tercera de las veces que he actuado sobre él no es determinante es porque afecta solo al cielo, que ya es bastante, a su color, y al paso de que sea una tinta casi plana al de un cielo con matices que parece que llevan ligeras nubes. El cambio no está visible aquí, tendrían que visitar el cuadro en el Bar Morenita (Zamora).

Por otra parte, no sé si este cambio es determinante o es que no lo quiero apreciar determinante, por una parte era necesario limpiar algunas zonas, pulir ciertos contornos,... y por la otra quizás había preferido el azul que ha tenido desde que lo ataqué por el 2009 (no recuerdo exactamente, quizás sea anterior). El caso es que como nadie conoce el cuadro tanto como yo, el azul del cielo a retratar no es el azul del cielo dado a x hora del día en el momento de que fuera pintado, sino el azul de una escala al que yo me había acostumbrado, y que sigue dominando el cuadro. Si pensamos que el cielo es el fondo de un paisaje, el azul es solo un telón de fondo, inanimado..., pero cada azul es distinto. El cielo puede variar... Nos podemos permitir el lujo de cambiar de azul porque el cielo cambia de tono con las horas, y ayer por cierto el cielo de poniente tenía un color rojizo con unas preciosas nubes dispersas que dejaban la silueta de la catedral y la zona antigua de una forma admirable. Una pena en que hoy día que se puede sacar una foto con el móvil, siempre encima, no lo hiciera...: iba conduciendo.
En el caso en que el cielo presenta motivos nos parece también más temático que sin ellos, unas simples nubes... o nubes en formación... ni que decir tiene cuando el cielo es en sí mismo un difuminado de tonos varios o una gama amplia que recorre por bandas gran parte del espectro de color visible. El cielo puede ser un tema, pero en mi cuadro es un fondo..., más bien anodino. Quizás cuando lo hice para el concurso de pintura rápida el cielo quería ser cielo,... bueno... este no es de ningún concurso (me parece a mí), sino sacado de alguna foto puede ser que en blanco y negro..., y la preocupación inicial fue la de usar siete colores para cantar el paisaje de una forma musical de las muchas posibles: colores vivos: azules a la sombra, amarillos a las luces...
Originalmente el cuadro era música, siete colores, una tonalidad y muchas tintas planas. El verde no aparecía porque no estaba entre los elegidos, de últimas hay algún cromatismo.
Después de que mucha gente lo viera y dijera que estaba inacabado me sentí atrapar, no a la primera..., pero al final en una de tantas.... dado que parecía que faltaban pinceladas le metí a las aguas a diestro y siniestro un reflejo de las otras,... pero habían pasado algunos años, si es que lo retoqué por el 2012, el cuadro seguía ahí ocupando sitio, y a los ojos estupefactos de muchas miradas era un non finito.

En el primer momento de concepción de la pintura era solo un pretexto para poner en marcha una escala de color. En el segundo abordé el cuadro para aderezar la imagen y que pareciera más pintura que en un primer momento, y añadí algunos semitonos intentando no mezclar en exceso..., algunas fluctuaciones que pueden significar desafinaciones musicales de la escala original, y lo que saca la música del color de la afinación semitonada a una con cierto vibrato sobre ciertas notas, vibrato que no ofende al ojo porque resulta naturalista, pero que tampoco aparece pensando en parámetros musicales, sino de la mezcla de lo que quiere ser síntesis de color + ceñirse a una gama, y el intrincado añadido de que lo mimético de los cuerpos se haga más naturalista. La tercera actuación sobre el lienzo (parchear aparte) fue la de clarear el cielo, limpiando manchas y rellenando huecos, ... necesaria, pero sin conceptos agravantes detrás del mismo, claro que puede ser la más inocua y desapercibida, o el giro fundamental para que las últimas pinceladas pasen del pop al naturalismo, pero no es para tanto: apenas se notan.

La tarea de crear es también delirante, si te gusta el minimal a veces los cuadros se cierran mucho antes de lo que habías pensado, el minimal no es el hasta aquí he llegado", algo que sucede en los concursos de pintura rápida, y no evita el corto tiempo de ejecución que muchos profesionales los dejen perfectamente rematados. 
En mi caso, la composición original era el fruto de una idea: pintar tonal cromáticamente saturado, porque esa era la idea y la conseguí con el pretexto de un paisaje romántico a día de hoy, una vez restauradas las aceñas.

Cuando he vuelto a restaurar el móvil de 12 piezas, las 12 cromáticas, mi intentona inicial era quedarlas como estaban en su día..., y de hecho pinté una bien conservada, a penas sin variaciones..., pero al intentar hacer la rueda cromática desde un solo tono divagué entre las distintas ruedas..., me he hecho varias combinaciones, y estando a punto de acabar encontré otras del original bastante defectuosas. Al final no tengo una, sino 8, pero su estado es lamentable.

Al final, he podido comprobar eso sí cual era la paleta de color que utilicé, pues por el 2004 tengo un archivo de ordenador en el que hablo de 8 paletas trucadas, y precisamente esta pieza se basa en una de ellas, elegida ya no sé por qué motivos concretos, pero que al final no da una rueda CMY, no la RYB ni la RGB (en distancias claro). El color ausente deduzco pues que es el magenta, y las doce notas de la gama escogida no pienso ahora que sean las óptimas, pero en su momento, por lo que fuera lo eran..., en una relación de tontas en que el complementariedad el rojo es el cyan (como en CMY), pero cargándome el magenta en los semitonos de la escala.


La que estaba apunto de acabar (segunda de este verano) pasa por el magenta, se edifica en CMY, y es la que me ha llevado a observar de nuevo y de cerca las diferencias del trato CMY en la impresora o los softwares informáticos y las calidades dadas por las cantidades concretas de las tintas de una marca dada. Como he dicho por ahí, el círculo se puede cerrar, apatatar, ensanchar en cálidos o fríos, o de hecho si se ensancha en cálidos por el vector luz-croma rojo-amarillo, por qué no hacer lo suyo en el vector azul-cyan (luz) -azul oscuro..., pero claro... si añadimos una, nos vamos a trece, y si no hay que recortar después, drásticamente. 
Por otro lado, dado que tendría que saber exactamente si retoqué el cyan de esta gama o era el que daba la marca concreta de hace unos años, el cyan de bote del nuevo, tampoco es el mismo, siendo un poco más azul que el de la gama exhibía en la Alhóndiga (2004), por esto quizás ya iba camino de verdear el cyan en las tintas (como sucede en la luz) hace unos años, y como en el trato de la Pirámide, se puede pintar con tintas y pensar en armonía luz... al fin y al cabo, el ojo ve con luz.

8 paletas trucadas, 2004-2005


De aquellas probablemente me dedicaba a contrariar la armonía RYB, y curiosamente ahora la defiendo (no sin criticar sus puntos débiles), es otra opción. El tema siempre es que el dichoso círculo cromático que ofrece mejores semitonos falsea los complementarios, y el de los buenos complementarios no suele de forma saturada ofrecer una sensación de semitonos iguales alrededor del círculo.

Probablemente restaurar el color de lo que hice es tan difícil como restaurar lo que pensaba, para lo que me toca estudiar los escritos que tenga de hace unos años a ver si, sincronizándome con los mismos, acabaré por entenderme. Lo que sí recuerdo es la intencionalidad de que cada croma que configuraba el sistema hiciera alusión a su quinta ( o semitono), de forma que los armónicos pintados permitieran saber por donde habría que seguir cantando.

En los últimos quince he restaurado cuadros varios, un cuadradito mococromático (1/12 partes del móvil), dos cuadros a los que le habían salido salpicaduras extrañas, uno que en okumen se había deteriorado, y otro de los concursos de La plaza de los pintores de los Herreros. 

El resultado infográfico de la restauración" con sus piezas originales está hecho al estilo de como se hacen hoy día las restauraciones, sin tocar los desperfectos de los originales, las tintas planas insinúan los semitonos que me faltan, y la rueda muy probablemente está basada en el concepto de que entre el rojo y el violeta hay aproximadamente 7/4, lo cual equivale a una séptima menor (no exacta), por lo que supongo interpretándome a mí mismo, que el tono purpúreo (magenta-rojizo) es el camino de vuelta rápido y audaz de las frecuencias más altas visibles a las más graves. Se puede criticar que el rojo dado no es el de los 700nm, pero es el rojo (era el rojo)... y la duda que aún tengo se basa en los azules, que no me convencen del todo. Pero bueno, no era otra cosa que la apuesta por un tipo de escala cromática basada en la luz indirecta que producen las tintas, y el hecho por el cual no hace falta pintar con tintas y deberse a las condiciones de los pigmentos. 

La restauración tiene muchos estilos, muchas soluciones. Probablemente estoy en la encrucijada de hacer un Ecce homo a la zaragozana o hacer un nuevo ecce homo y dejar el otro intacto, como suele decirse con la pátina del tiempo, más ya no he podido evitar fracasar en la nota Fa (si Do es rojo) de este sistema, pues el verde presupuesto no era el del original..., aunque puedo pintar encima y recuperar el que había en detrimento de la nueva cadena que me estaba saliendo (con un amarillo limón más suave y los naranjas propios de la gama RYB..., pues ahora encaja más este Fa como Fa# en una rueda con la distancia Rojo-amarilo abierta a la tercera menor ( o la mayor =RYB).

Templo de Afaya

El relleno de huecos es lo que tiene, las cosas pueden quedar a veces mejor en mal estado, que en un nuevo estado, pero discutible. Por eso digo que en el cuadro de las Aceñas hay 2-3 cuadros, y por eso al final en lugar de tardar unos días en restaurar algo tan sencillo como una rueda cromática me he tirado más de dos semanas.

Por ejemplo, cuando el problema es el color, la colorimetría es el tema, una imagen que varía de color varía de "forma", máxime si el color encierra significado.
Estamos acostumbrados a ver el color como un sobordinado de la forma: un cielo azul, el fondo... con o sin nubes es algo cambiante, el paisaje de Zamora no, y sin embargo las aceñas han cambiado y por el puente romano ya no cruzan coches.


Con el mosaico de Alejandro Magno hay un problema a debate que es el de rellenar lertiría en los huecos con formas que encajen con el resto, y ha habido soluciones diversas de varios autores, al igual que con figuras del Partenón o los brazos de la venus de Milo...
En el caso del mosaico de A. Magno no es que no se pueda completar por falta de coherencia de los dibujos apostados como soluciones, el problema puede que transcienda el problema del dibujo, ya no tampoco por poder conseguir la misma tonalidad en base a los mismos colores que hay en el resto del mural (fácilmente imitables), sino porque el mosaico está hecho de diminutas teselas que, al margen del dibujo, se pueden encajar de muchas formas, por lo que de las múltiples soluciones de dibujo para rellenar los huecos se pasa a las múltiples soluciones de mosaiquear el dibujo, y probablemente ninguna coincida con la original, de tal manera que restaurar la pieza se convertiría en una recreación de la misma aún barajando los mínimos accidentes posibles.
Posiblemente podría hacer y bien, incluso hoy día que no quedan profesionales del mosaico, el tema es que las ruinas también son objeto de culto, y quizás la referencia conocida del lienzo de Magno con sus desconches sea menos discutible en autenticidad que aquellas cosas tocadas y retocadas por el tiempo. Y, cuando decimos el tiempo, sí parece que dejamos que de forma impersonal el tiempo, pero solo el tiempo, decida oxidar las cosas.
Respecto a las ruinas del Partenón ya ha habido autores que se han atrevido a configurar icónicamente las posibles vías de determinados conjuntos incompletos, incluso ausentes. Cosa clara es que un Fidias no es un Thordvalsen, y no porque el segundo sea peor, simplemente porque es hijo de otro tiempo, de forma que aunque procurara los brazos de la Venus de Milo con su pose original o bailando por sevillanas no aceptaríamos la solución con nuestros parámetros modernos, tal vez empezando por la base de la firma. 

Curioso es el tema del Ecce homo, de quien nos hemos aprendido más el nombre de la restauradora que el del autor original: Elías García Martínez.
Doña Cecilia no lo hizo del todo bien, pero aún en el caso de hacerlo, y dadas las circunstancias en que se produjo, tampoco habría sido aceptada una restauración positiva de la misma en base al cómo, mucho menos el método, la propia autoría, y el hecho por el cual al volver a dejar algo nuevo es como si le robas la antigüedad. Pero bueno, Cecilia, como la patrona-matrona de los músicos, podía haberse equivocado en la tonalidad, rellenar los huecos, y hacer o un Picasso (su estilo y el de Elías) o un trabajo desapercibido en cuanto al dibujo, pues el color parece que puede cambiar como las paredes de un salón. 

La importancia del color todos la saben, pero tenemos que observar consecuencias razonablemente exóticas para verificar su importancia no solo en el dibujo, sino en una escultura, a la que el color, sin muchas capas, no afecta tridimensionalmente (3D literal).
Digo "literal" porque el San Jorge es una estatua en tres dimensiones que no va a cambiar de proporciones ni tamaño, ni de pose, y sin embargo la carga de maquillaje sí que afecta a que podamos ver la cara incluso más joven, mustia, gorda o más delgada.

https://www.larazon.es/cultura/las-tres-vidas-del-san-jorge-que-no-quiso-ser-ecce-homo-MI23903429

El problema de alterar la obra única tiene muchas más consecuencias que versionear un cuadro, cosas de perogrullo, pero véase que no hay un ControlZ para deshacer una capa de pintura que se arroja sobre otra, el cuadro cambia y si parece otro es otro.
Por fortuna, volver a hacer puede ocasionar que el tercer estadio se parezca al primero, esquivando un fallido intento de mejora (hablando del San Jorge); después claro está que suceden varias cosas: se pierde el rastro del modelo en ruinas, con la gloriosa pátina del tiempo, y se devuelve por aproximación el color a lo que fue o creemos que así fue, pero nadie tiene recuerdo de ello, ni demasiada constancia. 

Cuando uno se restaura a sí mismo la gamberrada no va contra nadie que no sea el mismo, pero el delito de cambiar las cosas si hay huella de los distintos procesados queda ahí. Y si no queda, solo saberlo  añade una relación entre el autor y la obra con un capítulo extra de páginas añadidas, ya de repetición de palabras, o de explanación de las mismas. Con todo esto, cuando he restaurado un cuadro que le hice a mis padres por el año 2000 sentía una sensación amarga por el respeto al retocar un regalo, si bien quitaba las manchas, recuperaba el dibujo, pero variaba mínimamente unas facciones o no conseguía igualar el color a las primeras de cambio. 

En estas semanas me he enfrentado de diversas maneras a la necesidad de restaurar varias cosas, unas por destrucción, otras por deterioro, otras por cambio de estética o de pensamiento..., pero al final en todo lo que he hecho los resultados de conservación de la obra original son distintos. Es verdad que a veces el soporte es el que era, que el color se consigue, que la pincelada se imita, pero es otra... y de otro tiempo también. Con esto quiero decir que no tengo solo la sensación de estar restaurando, sino de estar repintando o recreando, o simplemente acabando los cuadros por segunda vez, o enlazando las pinceladas del 2009 con las del 2019 en una especie de contradicción de firmas y fechas.

No comments:

Post a Comment